El porqué…
Siempre me ha gustado el imaginar cosas y construirlas. El trabajar con mis propias manos con el objetivo de conseguir algo previamente imaginado es un reto excitante a la vez que temible.
Al igual que un pintor que se encuentra delante un lienzo en blanco en el que quiere plasmar sus ideas, sensaciones y emociones; me encaro con la madera sin tener todavía a mi alcance las soluciones a los problemas que se me van a presentar.
Todo el mundo gusta de rodearse de belleza en sus múltiples manifestaciones, desgraciadamente en nuestro mundo de objetos producidos en masa no hay mucho sitio para ello.
Así mi objetivo es crear objetos que no sólo se disfruten con la vista, sino con todos los sentidos del cuerpo. Objetos que además de cumplir con una función cada vez que uno se detiene a mirarlos encuentra cosas nuevas; objetos que dan ganas de acariciarlos para sentir con el tacto su textura, su temperatura.
Objetos que cada vez que los usas te proporcionan algo más que un espacio para colocar cosas, algo más que una superficie dónde sentarse, algo más que algo bello que mirar, objetos que cada vez que nos acercamos a ellos nos dicen algo nuevo